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¿Cuántas veces le doy la vuelta a una receta?
¿Y la repito y repito hasta que queda como a mí me gusta? Muchas.
Ahora que lo pienso, sólo me ocurre con recetas dulces o con mi pan de masa madre. Y es ahí, donde redescubro mi pasión por el mundo del dulce y de las masas. Ese mundo, que en los últimos años se ha ido transformando poco a poco, y ha escogido un camino menos cargado de productos refinados, especialmente azúcar blanco .Una evolución hacia algo que aporte algo más que simples calorías.
Es evidente que (y lo sigo comprobando cuando mi chico me trae unas galletas que ha hecho en el trabajo) es duro competir contra el azúcar blanco a nivel gustativo y estético (si usas azúcares no refinados todo tiene un tonillo marrón…). Por eso para mí es un reto, y ya casi una obligación moral, buscar nuevas alternativas que nutricionalmente aporten algo, y lo más difícil, que esté buenísimo. O al menos aceptado por mi exigente paladar.
Eso no quiere decir, que si un día voy a un cumple o viajo a algún sitio donde pueda probar cosas típicas de la región o una pastelería especial, no vaya entusiasmada. Y disfrute de algo tan grasiento y dulce como pueda ser un “ kouign amann” en Bretaña. Me saturo enseguida, lo reconozco, pero también hay que disfrutar. Pero disfrutar en un sitio donde prime la calidad del producto. Como en verano, cuando voy con mi niño a tomarme un helado a la súper heladería del centro de Palma. Es una cosa excepcional y la disfrutamos como tal.
Volviendo a la galleta que nos ocupa, el reto, más que en el sabor, estaba en la textura. La cogí del blog My New Roots, obra de una mujer llena de energía y frescura. Os recomiendo echarle un vistazo.
En la receta original, la galleta se expandía demasiado en la cocción por la grasa que tenía. Y no conseguía mantener siempre la forma deseada. A parte de que la sugerencia de formar bolas con un vaso era un engorro.
Pero estaba muy buena.
Cambiar la textura podía afectar al sabor con lo cual fuí cambiando poco a poco ingredientes .Y un día salió. Tenía un ligero regusto a galleta Digestive. Así que al final le añadí copos de avena por asociación.
Conseguí una textura crujiente, agradable, que mantenía bien la forma. Y rica.
La forma de la galleta es realmente personal. Yo recomiendo con esta masa en concreto, estirarla entre dos hojas antiadherentes, semi congelarlas y cortarlas con un cortapastas o con un rodillo de pizza en cuadrados o rectángulos. En este caso os enseño la técnica del pastelero perfeccionista que busca que todas las galletas le salgan iguales. Esto es bueno para que a la hora de la cocción todas queden bien cocidas. También es importante si quieres hacer tipo sándwich con mermelada y queden bien bonitas.
Podéis añadir las especias que queráis o ralladura de cítricos.
Las semillas de chía hacen de sustituto del huevo, y aportan un valor nutricional añadido como os comenté en el post de Mango chía.
El aceite de coco utilizado, se ha convertido en un súper compañero en este viaje-reto pastelero particular. Le aporta un sabor suave y un crujiente especial. El sabor puede no gustar a todo el mundo, pero no hay nada como ir probando. No es comparable a la mantequilla (sabor o textura en elaboraciones), pero tiene un sitio reservado importante como ingrediente alternativo.
Tiene además enormes propiedades (olvídate de todo lo light, nuestro cuerpo necesita grasa, pero grasas buenas), como su contenido en ácido laúrico, un ácido graso de cadena larga presente también en la leche materna. Por esta característica es un ingrediente común en la leche maternizada en la india ya que mejora la digestión. También ayuda a que se absorban las vitaminas liposolubles como son el calcio y el magnesio. O sea que te ayuda a tener huesos fuertes. Gran fuente de energía, antibacteriano, antivírico y antifúngico. Perfecto para la piel o el pelo pues lo nutren en abundancia (en verano es perfecto si te has pasado con el sol). Cómpralo crudo y de primera presión.
Todo esto no quiere decir que tengas que engullir o poner a todo aceite de coco o comerte 40 galletas del tirón… Moderación! Y ahora sí vamos a ello.
Ingredientes
200 gr de copos de avena para hacer la harina
50 gr de copos de avena
1 tsp de bicarbonato
¼ tsp sal
20 gr de semillas de chía
65 gr de agua
45 gr de sirope de arce
50 gr de aceite de coco
60 gr de puré de almendra (u otro fruto seco o tahine)
75 gr de azúcar de coco o rapadura
Preparación
- Enciende el horno a 175ºC.
- En un bol pequeño mezcla las semillas el agua y el sirope de arce y déjalo reposar 10 min.
- Mientras tanto tritura los 200 gr de copos de avena en un molinillo de café o batidora de vaso. Tiene que quedar consistencia de harina. Ponlo en un bol grande con el resto de copos enteros, el bicarbonato (te recomiendo que lo tamices por un colador ) y la sal. Mezcla con una varilla.
- Depende de la época del año, el coco estará líquido o sólido. Lo ideal es que esté como una pomada. O sea que lo puedes calentar al baño maria un poco si está duro. Cuando esté reblandecido mézclalo bien con una varilla con el puré de almendra. Incorpora el azúcar y vuelve a batir. A esta mezcla, y con esa misma varilla, añades las semillas que estaban reposando y bates para que se reparta bien. Para terminar añade esta masa a la masa de harina y mezcla con las manos (o con la K de la kenwood si tienes) hasta que puedas hacer una bola.
- Estíralo entre dos hojas de papel antiadherente, recorta los bordes para que quede recto. Los bordes los puedes volver a estirar.
- Déjalo reposar una hora en el congelador. Sácalo y con una regla marca los cm de un lado y otro del rectángulo. Yo la corté de 3.5x7.5 cm, esto depende de tu rectángulo y la forma que quieras hacer. Córtalo con la ayuda de una regla como guía y un corta pizza. Si ves que se te pega la masa a la regla, y el corte ya no te queda recto, vuelve a congelarla. Cuando termines congélala de nuevo para después poder separar bien cada galleta. Si las vas a cocer en ese momento puedes disponerlas en la bandeja de cocción una vez duras o guardarlas en una bolsa de congelación ( tienen que estar bien congeladas para que se te queden bien sueltas en la bolsa.) para cuando las necesites. Si te gusta la receta, la próxima vez, haz el doble de cantidad y congelas, así estarán siempre listas para cocer en cualquier momento,
- La cocción dependerá del grado de frio de la galleta, y como siempre , de tu horno .Como referencia calcula 15 min. Lo importante es que estén doradas y al enfriarse el centro no esté blando.
- Una vez frías se pueden tomar así tal cual, mojadas en la leche de almendras, oh! deliciosas, o hacer sándwiches con tu mermelada favorita.
Gran receta!
Nos ha salido igual!
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