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El otro día en la excursión que hace mi hijo con el cole todos los viernes, una madre me decía que no sabía de qué hacerle el bocata a su hijo, aparte del socorrido queso (las meriendas de los peques han de ser vegetarianas, pero sin huevo). A mi la verdad que en salado se me ocurre una cosa que es súper socorrida también, y que consiste en aplastar aguacate con aceite y limón y unas aceitunas marinadas, a parte de humus y demás dips vegetales. Pero qué pasa si entramos en el terreno del dulce? Nocilla? Mermelada? Pero queremos darles energía de verdad a nuestros pequeños, no guarrindongadas industriales llenas de azúcar refinado no??? Pues bien, aunque el cremoso que os propongo nada tiene que ver con la nocilla, os puedo asegurar que su uso y sabor han sido un éxito total. Se lo he regalado a varias amigas para que me contaran que les parecía, si le gustaba a sus peques, y ha habido aprobación. Es totalmente inofensivo en cuanto a azúcar ya que lleva una proporción irrisoria de azúcar de coco, del cual soy amiga. No lleva cacao, con lo cual no hay alteración posible si son niños muy pequeños. Es básicamente una mezcla de grasa proveniente de los frutos secos, las semillas y la manteca de coco ( NO aceite de coco, así que fíjate bien). La manteca de coco es básicamente la pulpa entera triturada y es fácil de encontrar. También la puedes hacer tú mismo si trituras durante un rato coco rallado. Y como os recordaba en el post anterior, grasa=energía.

El coco tostado que acompaña el sandwich es totalmente opcional, pero yo os recomiendo tenerlo siempre a mano porque es un auténtico manjar. Es una auténtica chorrada, pero mi hijo se lo come como si fueran pipas. El tostarlo le da además de sabor, un toque crujiente tipo chips. Es perfecto para poner encima de cualquier cosa: yogur, muesli, mix de frutos secos, batido, helado, fruta cortada o incluso en una ensalada o una crema de calabaza en invierno. Así que ya sabéis, tostad unos 300 gr por ejemplo, bien extendido en una bandeja grande, y así tendréis siempre a mano.

Y en cuanto al tema del pan, no me quiero extender, porque es uno de mis puntos débiles. Hoy en día es uno de los alimentos más distorsionados y refinados que hay. Y como dijo una panadero de aquí de la isla, » estamos abocados a comer pan de gasolinera»…Ay!!!! Espero que no! Pero hoy en día queremos todo hecho rápidamente, que sea súper blandito y que tenga un sabor neutro. O sea, panes con harinas blancas refinadas y levaduras que hacen de la fermentación un proceso rápido con panes voluminosos. Pero su sabor, digestibilidad y conservación se verán comprometidos. Yo estoy convencida que todos los problemas de intolerancias al gluten, provienen del refinado y degeneración que ha sufrido tanto el trigo como la elaboración industrial del pan.

Intentad siempre buscar pan de masa madre ecológico e integral (o con la mayor proporción de harina integral posible). Un pan de masa madre habrá fermentado muchas horas, permitiendo al cereal, liberar sus encimas inhibidoras para transformarse en algo mucho más digesto y nutritivo. Es como cuando ponemos a remojo legumbres o semillas u otros cereales buscando una mayor digestibilidad. Su sabor será mucho más profundo y lleno de matices, y se conservará muchos más días. Un pan de masa madre sólo tiene tres 3 ingredientes de partida!!! Agua, harina y sal.  Si alguno se lanza a hacer su propio pan de masa madre, veréis con la fermentación,  la vida que hay en el proceso. Hay que dar de comer al » bicho» para que esté fuerte,  amasar la masa, verlo crecer a su ritmo, que varia según las condiciones climatológicas, verlo crecer en el horno, oler su aroma en toda la casa, y compartirlo con los tuyos….Es un proceso mágico y gratificante, que supone una auténtica tradición cultural y que desgraciadamente se está perdiendo. No se trata de comer pan todo el día, ni en cada comida, pero que cuando lo comas, sea algo de calidad que te alimente, no te perjudique.