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La idea de este muffin surgió de la necesidad de tener una alternativa de dulce festivo para poder llevar al cole de mi hijo, ya que en la clase de infantil hay varios niños con intolerancias y creedme si os digo, que no es fácil para una madre hacer algo potable con las siguientes restricciones: ni huevo, ni frutos secos, ni lácteos, ni gluten. Y sin azúcar blanco refinado evidentemente (ni chocolate).

Y no creáis que es fácil para mi tampoco, aunque ya me vaya acostumbrando a utilizar una materia prima más sana que la tradicional.

No es fácil, sobre todo porque mi nivel de exigencia es tan alto, que a veces me bloquea. Y con esta receta me ha pasado un poco eso, no podía decidir si estaba al nivel de ponerla en el blog (o llevarla al colegio). Porque si no me parece que está buenísimo, no le veo el interés. Y claro como mis catadores oficiales son también muy exigentes, el lío está servido. Pero al final, como me dijo una amiga, “a ver María, te estamos sacando la puntilla, pero este muffin,  para no llevar nada (de lo antes citado) está SÚPER BIEN” “ tú sabes las cosas horribles que se come la gente celíaca (un primo suyo en concreto) por no tener opciones?”. Menos mal, que tengo amistades ( y un marido e hijo amorosos ) que me apoyan y estimulan en estos casos de exigencia máxima bloqueadora.

Así que, después de no sé cuantas pruebas y distintos formatos, me dí cuenta de que al final, mi exigencia había también dado sus frutos. Insistir es lo que tiene. Acabé con la receta del muffin de hoy, que está mucho mejor con pepitas de chocolate, pero que también lo está sin ellas, y que además también lo puedes hacer en formato bizcocho (tendrías que cocerlo entonces más tiempo, depende de tu molde será más o menos una hora), que es la versión que más me gusta si no le pones chocolate. Pero además, en mi afán por usar más dulzor proveniente de la fruta, conseguí hacer otra versión, en formato tarta, que a mi hijo le encantó, y será la escogida para llevar a cumples del cole. Esta otra versión la compartiré más adelante si veo que hay interés de público. Así que al final, tenía dos recetas y varios formatos con los que jugar!.

Una de las cosas que tenía claro cuando escogí los ingredientes, es que llevaría mijo, un cereal súper nutritivo y alcalino. Como además lo trituro directamente a partir del grano entero, conserva todas sus propiedades intactas. No quería que llevara sarraceno, porque en mi casa su sabor tan predominante, satura un poco y quería cambiar. Así que decidí combinar el mijo con harina de arroz integral para mejorar el sabor final.

Añadir el tahine fue el resultado de la necesidad de aportar una grasa completa (añadiendo todos los beneficios que ya lleva de por sí el sésamo) y reducir la cantidad de grasa general para que no fuera tan pesado, que en este caso es una cantidad muy pequeña de aceite de coco. Pero sin olvidar que al incluir leche de coco, estaba aportando grasa también, aunque me sirviera sobre todo para aportar dulzor de forma natural.

Recuerda: para que un bizcocho esté bueno y tenga un bonito color, son fundamentales la grasa y el azúcar. El equilibrio de ambos con el resto de ingredientes, es crucial para obtener un bonito resultado, a parte de un buen sabor y textura.

Otra cosa de la que me dí cuenta al hacer las pruebas, es que si lo cocía a una temperatura más baja de lo normal, la miga final era más consistente. Si se cuece rápido, al no haber gluten, la masa puede quedar pastosa, así que necesita un calor más estable pero más bajo para cocerse bien y que luego en la boca no notes un engrudo. La idea la saqué de mi marido, y a mi al instante, me vino la cocción de este bizcocho súper tierno que se cuece a baja temperatura. Las varias pruebas que hice, me confirmaron el resultado positivo. Así que el aprendizaje sin fin está servido.

Notas extras:

-Si los haces sin pepitas de chocolate te saldrán 6 unidades y te quedarán así:

-Si quieres que la superficie tenga trozos de chocolate fundido como en las fotos, reserva una cucharada de tu chocolate picado y ponlo por encima del muffin justo antes de hornearlo.

-Si te gustan y ves que los vas a hacer a menudo, muele un día 300 gramos (por ejemplo) de mijo y así lo tienes listo para la siguiente vez.